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EL DOLMEN DE AGUILAR DE ANGUITA: LO EXCEPCIONAL QUE CONFIRMA UNA REGLA

Publicado en la revista "Por Cuenta Propia" de Azuqueca de Henares, en octubre de 2006



Desviándonos en Alcolea, dirección Carretera Nacional 211, camino de Maranchón, se encuentra el pueblo de Aguilar de Anguita, pueblo pequeño pero encantador, ya que conserva uno de los vestigios humanos más antiguos de nuestra provincia.
Excavado por el Marqués de Cerralbo en el año 1912, fue de nuevo objeto de trabajos arqueológicos en 1973. Desde entonces y hasta nuestros días una “cerca” en medio de un sembrado es lo único que lo contempla.No es fácil de localizar, ya que se debe seguir el camino hacia la Ermita de la Virgen del Robusto, a la salida del pueblo, en el paraje denominado como Portillo de las Cortes, para dar con él. Pero cuando hablamos en el título del artículo de “excepcional”, no lo hacemos solo por la dificultad para dar con él, sino que lo hacemos porque es el único resto arqueológico que tenemos en nuestra provincia del Megalitismo, lo cual es una gran suerte ya que la Cultura Megalítica, introducida en la Península hacia el IV Milenio a.C., se extendió por el sur, por el oeste y por la franja norte de la Península, dejando un extenso vacío en el centro y en el este de la misma. Caracterizada por la realización de construcciones con grandes piedras como el menhir, el dolmen o el crónlech, la Cultura Megalítica se identifica también con la introducción en la Península del uso del metal. Cuando intento enseñar, como profesor en el Instituto, qué características tienen los monumentos megalíticos, rápidamente recurro a la imagen del famoso personaje de cómic Obelix, que porta a su espalda un menhir.
Evidentemente debemos señalar que eso es un anacronismo, ya que los galos fueron un pueblo bastante más tardío en el tiempo, pero es algo que me sirve para decir que un menhir son grandes piedras colocadas de forma vertical en el suelo, que cuando sustentan una enorme losa horizontal se convierten en un dolmen, y si a su vez están colocadas formando un gran círculo se convierte en un crónlech. Concretamente el dolmen era un monumento de tipo funerario, ya que se utilizaba como cámara sepulcral, con un pasillo o corredor cubierto por una gran losa o un conjunto de ellas, que desembocaba en una cámara circular. En numerosas ocasiones el dolmen se cubría por entero de tierra, formando así un gran túmulo o colina artificial. Los restos encontrados en las excavaciones realizadas en el Dolmen de Aguilar, también llamado Dolmen de “La Cerca”, demuestran que fue uso de enterramientos, ya que han aparecido restos humanos y de ajuar que corroboran esta teoría, frente a otras teorías que hablan del uso como “lugares mágicos” por las gentes megalíticas de estos monumentos.
Ahora bien, ojalá se tratara a estos grandes monumentos como un lugar mágico, o incluso sagrado como se nos quiere dar a entender en la películas sobre el Rey Arturo o en las leyendas de los pueblos celtas, ya que si fuera así el marketing o las ansias de hacer negocio y capital por algunos hubieran asegurado el interés por su conservación y por su divulgación, rebasando con creces las instalaciones que ahora lo protegen, una cerca oxidada repleta de agujeros que invita a las inclemencias temporales o vandálicas a destrozar lo que queda.
Es ante situaciones como esta donde nos vemos obligados a decir que una “excepción” como es encontrar un dolmen en la provincia de Guadalajara se convierte en una “regla”, la de que a mayor importancia para nuestro Patrimonio Histórico y Cultural, menos atención e inversión.