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TRAS LA CAZA DEL MAMUT: "DE LOS CASARES A LAS CIÉNAGAS DE AMBRONA"

Publicado en "Por Cuenta Propia", Azuqueca de Henares, mayo de 2009
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“…los mamuts lanudos estaban bien adaptados al rudo clima periglacial de su frío entorno. Sus gruesas pieles estaban protegidas por un forro denso de pelos suaves y una cubierta de pelos ásperos, largos, de un moreno rojizo... Además…. El frío había provocado también modificaciones en su estructura física. Eran compactos en relación con los demás de su especie y medían un promedio de 3 m. de alto hasta la cruz. Sus enormes cabezas… se erguían por encima de los hombros en forma de cúpula puntiaguda... Pero lo más impresionante eran sus largos colmillos arqueados…”

Jean M. Auel, “El clan del Oso Cavernario”


La descripción que Jean M. Auel nos brinda sobre la realidad física de un mamut es digna de impresión, aunque seguro que no tanto como la visión real que cualquiera de los cazadores del clan de Los Casares podía haber llegado a experimentar antes de iniciar una cacería. Evidentemente y ante tal estremecedor animal, debemos borrar de nuestras mentes aquellas imágenes anquilosadas de valientes individuos que, ataviados con pieles que dejaban al desnudo parte de su torso, empuñaban una lanza y se lanzaban al ataque frontalmente y sin vacilar. Espero que, desde el final de esta lectura, ya nadie dude de lo irracional que sería afrontar la cacería de un gran paquidermo de ese modo.
Avisada nuestra conciencia, lo más fácil sería comprender que las sociedades de cazadores-recolectores prehistóricas utilizarían todo su ingenio para poder paliar la necesidad de subsistencia durante una larga temporada. Concretamente, la época en la que estos extintos animales pastaban por nuestra provincia, coincidiría climáticamente con un periodo de recrudecimiento glacial a finales del Pleistoceno que, circunstancialmente, convertiría a la Meseta en un área geográfica propicia para la migración otoñal no solo de los mamuts, sino también de otras especies de grandes mamíferos como el rinoceronte lanudo, que se dirigirían hacia el sur de la península, huyendo del frío del área cantábrica. Sin embargo, junto a las extensas formaciones de estepa y tundra, se crearían grandes humedales causados por intensas lluvias, que empaparían la parte más superficial del suelo, formando ciénagas y zonas pantanosas en las que un mamut de talla media quedaría atascado, resultando alimento fácil para los carroñeros.
La distancia actual entre las poblaciones de Riba de Saelices y Ambrona es de 46 kms., distancia que en línea recta no supera los 30-35 kms. Este recorrido, aunque pueda resultar largo para una sola etapa, lo realizaban los cazadores que habitaban entonces la cueva de Los Casares. Cargados con bolsas de pieles repletas de sal, materia muy abundante en la zona de Riba y de Saelices desde tiempos prehistóricos, llegarían a las inmediaciones del vado pantanoso de Ambrona, creando un campamento estacional donde poner a secar y conservar la carne que, resultante de la cacería, trasladarían de nuevo a la cueva. Los prolegómenos de la cacería comenzarían con el estudio de las manadas que bajaban a beber agua. Seleccionada ya la presa, usarían una táctica de caza consistente en espantar y desperdigar a todos los miembros de la manada para evitar el reagrupamiento, bien con el fuego de pastos y antorchas, bien con gritos y golpeos sobre el suelo. Una vez sólo, el mamut elegido sería conducido hasta la ciénaga, quedando atollado en el barrizal. Inmóvil, la bestia podría ser entonces rematada con varias punzadas de lanza, aunque seguramente la fiereza que procede de un animal asustado y atrapado, acabaría con la vida de más de un cazador, batiendo su trompa y colmillos en todas las direcciones en actitud desafiante.
En la actualidad podemos visitar el Yacimiento y Museo Paleontológico de Ambrona (Soria) y comprobar que en tiempos prehistóricos, la práctica de caza y carroñeo en sus ciénagas fue una realidad. Observamos en las vitrinas del museo los numerosos utensilios y restos óseos encontrados en sucesivas excavaciones arqueológicas, llevadas a cabo en la zona desde comienzos del siglo XX. Sobre todo llaman la atención los restos encontrados de la especie de “Elephas Antiquus”, paquidermo de unas dimensiones parecidas a las del mamut. Similar físicamente al elefante actual y mucho más acostumbrado a los periodos más cálidos del interglaciar, documentamos una reproducción impresionante a escala natural y los restos óseos in situ de su yacimiento.

1 comentario:

Mercedes Tortosa Fernández dijo...

¡Cazadores de la era!
Que el hambre os acecha
Ese Mamut que viene
Será vuestra presa.
¡Tomadlo pues, la oportunidad no Espera!
La naturaleza es sabia
Como sabia es vuestra grandeza.