Publicado en la revista "Por Cuenta Propia" de Azuqueca de Henares, mes de noviembre de 2007.
Superadas las múltiples controversias que prehistoriadores y arqueólogos ofrecen a la hora de interpretar las escenas situadas en el panel central del Seno A de la Cueva de Los Casares, cuando publiqué en los números de Julio y Octubre de la revista "Por Cuenta Propia" dos artículos referentes al Ritual de Fecundidad, no solo pretendía alcanzar en el espectador la capacidad de observar los grabados de una manera diferente, sino que trataba de presentar entonces y de una forma totalmente consciente la aplicación de la teoría neochamánica a la reinterpretación no solo de ese mismo panel, sino también a la figura que es, a mi modo de ver, la más impactante de toda la cueva, el chamán de Los Casares. Imbuido en parte por los estudios que Jean Clottes y David Lewis-Williams han llevado a cabo en su obra “Los Chamanes de la Prehistoria”, adentrándome en una nueva exposición del arte paleolítico, confirmo hoy de una forma científica la base que me induce a pensar que los dos grabados de mamut que aparecen en esa primera escena del ritual, no sólo son representaciones de una máscara que porta un brujo o chamán, sino que describen perfectamente la secuenciación de una escena en movimiento o danza. Si nos fijamos detenidamente en los calcos que Mª Encarnación Cabré realizó cuando excavó la cueva por vez primera junto a su padre, Juan Cabré Aguiló, en la década de 1930, los rasgos humanos del denominado “mamut frontal” o “lanudo” son evidentes, sobre todo si atendemos, por ejemplo, a la plasmación física de sus ojos en el grabado, con proporciones claramente antropomorfas. De igual forma, la cabeza de mamut lateral posee una línea cérvico-dorsal mucho más cercana a la espina dorsal de un hombre que a la de un mamut, indistintamente de que, como afirma la Agrupación de Amigos de la Cueva, sus trazos demuestren no ser contemporáneos, sino más antiguos que los del "mamut frontal" superpuesto. ¿Es posible que el autor del "mamut lanudo" aprovechara la silueta lateral ya grabada, para realizar la escenificación del ritual que deseaba?
Además, en la cueva de la región francesa de Ariège, Le Trois-Frères, propiedad de la familia Bègouën e investigada por el abate Henry Breuil, se documenta un precioso grabado de una leona que parece tener tres cabezas. Eminentemente se debe a la técnica que el artista de Le Trois-Frères aplicó a su grabado a la hora de intentar representar al animal en un gesto de movilidad o giro de su cabeza. ¿Podríamos observar cierto paralelismo técnico en los artistas de Los Casares y Le Trois-Frères a la hora de superar la representación en la pared de una escena de movimiento, duplicando o triplicando la imagen presentada bajo la silueta de distintas posturas?
Desde que, en los últimos años, las teorías totémicas y mágicas aplicadas a la interpretación del arte paleolítico quedaron prácticamente defenestradas con la eclosión del estructuralismo en el arte, preconizado por prehistoriadotes y antropólogos de la talla de Anette Lamming-Emperaire y André Leroi-Gourhan, no se ha vuelto a hablar del arte en piedra como ritual mágico propiciado por brujos o chamanes. Sobre todo fue Leroi-Gourhan quien criticó fuertemente el modo de investigación llevado a cabo hasta entonces basado en los principios de la Escuela Histórico Cultural de Viena y el paralelismo etnográfico. Para Leroi-Gourhan todo prehistoriador que recurriera a la comparativa etnográfica a la hora de dar sentido a sus teorías cometería un grave error, dado que no se pueden comparar las sociedades de cazadores y recolectores actuales con las existentes hace más de 30.000 años. Sin embargo los estudios de David Lewis-Williams sobre el arte chamánico que los Bushmen San pintan en las cuevas y abrigos de los montes Drakensberg , así como la infinidad de manifestaciones artísticas y rituales tan similares que pueblos nómadas de cazadores tan alejados territorialmente poseen, como por ejemplo los masai africanos, los samoyedo avam en Siberia, los nootka de la isla de Vancouver, los aborígenes australianos, los indígenas de Papua Nueva Guinea o los propios indios norteamericanos de las praderas, nos hacen pensar que abandonar algo tan rico y útil como son las “sociedades vivas” para intentar explicar cómo vivían las sociedades prehistóricas europeas, sería evitar de nuevo la obviedad. En este sentido la similitud de los grabados de la danza del chamán de Los Casares en honor a la fecundidad, con danzas de pueblos indígenas actuales o desaparecidos hace relativamente poco, absorbidos o exterminados por la cultura actual, es evidente y, por supuesto, totalmente lícita.
Superadas las múltiples controversias que prehistoriadores y arqueólogos ofrecen a la hora de interpretar las escenas situadas en el panel central del Seno A de la Cueva de Los Casares, cuando publiqué en los números de Julio y Octubre de la revista "Por Cuenta Propia" dos artículos referentes al Ritual de Fecundidad, no solo pretendía alcanzar en el espectador la capacidad de observar los grabados de una manera diferente, sino que trataba de presentar entonces y de una forma totalmente consciente la aplicación de la teoría neochamánica a la reinterpretación no solo de ese mismo panel, sino también a la figura que es, a mi modo de ver, la más impactante de toda la cueva, el chamán de Los Casares. Imbuido en parte por los estudios que Jean Clottes y David Lewis-Williams han llevado a cabo en su obra “Los Chamanes de la Prehistoria”, adentrándome en una nueva exposición del arte paleolítico, confirmo hoy de una forma científica la base que me induce a pensar que los dos grabados de mamut que aparecen en esa primera escena del ritual, no sólo son representaciones de una máscara que porta un brujo o chamán, sino que describen perfectamente la secuenciación de una escena en movimiento o danza. Si nos fijamos detenidamente en los calcos que Mª Encarnación Cabré realizó cuando excavó la cueva por vez primera junto a su padre, Juan Cabré Aguiló, en la década de 1930, los rasgos humanos del denominado “mamut frontal” o “lanudo” son evidentes, sobre todo si atendemos, por ejemplo, a la plasmación física de sus ojos en el grabado, con proporciones claramente antropomorfas. De igual forma, la cabeza de mamut lateral posee una línea cérvico-dorsal mucho más cercana a la espina dorsal de un hombre que a la de un mamut, indistintamente de que, como afirma la Agrupación de Amigos de la Cueva, sus trazos demuestren no ser contemporáneos, sino más antiguos que los del "mamut frontal" superpuesto. ¿Es posible que el autor del "mamut lanudo" aprovechara la silueta lateral ya grabada, para realizar la escenificación del ritual que deseaba?
Además, en la cueva de la región francesa de Ariège, Le Trois-Frères, propiedad de la familia Bègouën e investigada por el abate Henry Breuil, se documenta un precioso grabado de una leona que parece tener tres cabezas. Eminentemente se debe a la técnica que el artista de Le Trois-Frères aplicó a su grabado a la hora de intentar representar al animal en un gesto de movilidad o giro de su cabeza. ¿Podríamos observar cierto paralelismo técnico en los artistas de Los Casares y Le Trois-Frères a la hora de superar la representación en la pared de una escena de movimiento, duplicando o triplicando la imagen presentada bajo la silueta de distintas posturas?
Desde que, en los últimos años, las teorías totémicas y mágicas aplicadas a la interpretación del arte paleolítico quedaron prácticamente defenestradas con la eclosión del estructuralismo en el arte, preconizado por prehistoriadotes y antropólogos de la talla de Anette Lamming-Emperaire y André Leroi-Gourhan, no se ha vuelto a hablar del arte en piedra como ritual mágico propiciado por brujos o chamanes. Sobre todo fue Leroi-Gourhan quien criticó fuertemente el modo de investigación llevado a cabo hasta entonces basado en los principios de la Escuela Histórico Cultural de Viena y el paralelismo etnográfico. Para Leroi-Gourhan todo prehistoriador que recurriera a la comparativa etnográfica a la hora de dar sentido a sus teorías cometería un grave error, dado que no se pueden comparar las sociedades de cazadores y recolectores actuales con las existentes hace más de 30.000 años. Sin embargo los estudios de David Lewis-Williams sobre el arte chamánico que los Bushmen San pintan en las cuevas y abrigos de los montes Drakensberg , así como la infinidad de manifestaciones artísticas y rituales tan similares que pueblos nómadas de cazadores tan alejados territorialmente poseen, como por ejemplo los masai africanos, los samoyedo avam en Siberia, los nootka de la isla de Vancouver, los aborígenes australianos, los indígenas de Papua Nueva Guinea o los propios indios norteamericanos de las praderas, nos hacen pensar que abandonar algo tan rico y útil como son las “sociedades vivas” para intentar explicar cómo vivían las sociedades prehistóricas europeas, sería evitar de nuevo la obviedad. En este sentido la similitud de los grabados de la danza del chamán de Los Casares en honor a la fecundidad, con danzas de pueblos indígenas actuales o desaparecidos hace relativamente poco, absorbidos o exterminados por la cultura actual, es evidente y, por supuesto, totalmente lícita.
1 comentario:
Buenas profe, soy Irene de 1º. Bueno que tu blog esta perfecto, seguro que a más de uno ayudas en cualquier cosa con tanta información. Kevin y yo también estamos haciendo blogs, cada uno por su lado, él de la prehistoria con los apuntes y yo pues de Egipto como no...jejejejej. Bueno profe que nada que está muy bien se enota que le pones muchísimo interés y que sigas así.
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